La Trup sin Fin. Historias para la risa y para el corazón

por Ximena Biosca

Seis personajes de la literatura clásica, el cine y la historieta son la excusa perfecta para el esperado regreso del nuevo espectáculo de Hugo Midón.
Así como en Vivitos y Coleando los payasos eran metáforas de la realidad social, los seis arquetípicos personajes vienen a representar distintos ejes universales: la bondad/maldad; el amor/desamor, la mentira/verdad.
También como en Vivitos o la recopilación que fue el espectáculo Locos Recuerdos, las historias van saliendo del lugar de los recuerdos, en este caso una buhardilla-set de filmación. Mayoría de nuevas versiones de canciones ya presentes en el escenario en otras obras de Gianni-Midón van dando marco a relatos y cuentos breves, entre los que se destacan el mundo imaginario de Pinocho, Cenicienta, Popeye, Olivia y Brutus y los entrañables El Gordo y el Flaco.
Del lujoso y ecléctico elenco (Diego Reinhold, Omar Calichhio y Alejandra Radano) hay perlitas sin desperdicio: Diego Reinhold es más Chaplin que el propio Carlitos, y Omar Calichio más Oliver Hardy que el propio “Gordo”. Otro cuadro destacado es el bizarro Aladino que recibe a unos estereotipados argentinos con ironías y sátira y mucho de metamensaje –lo no dicho- para el público adulto. Marcelo Albamonte, Jorge Maselli, Lucrecia Pinto y Silvina Sznajder completan el sincronizado y armónico elenco, que demuestra una versatilidad a toda prueba.
La eficacia de las películas de Chaplin y el inefable y gozoso cuadro del enchastre de las tortas de El Gordo y El Flaco, pone de manifiesto una vez más que no se necesitan grandes parafernalias para hacer reír desde el corazón; y en eso la dupla Midón-Gianni es experta.
La música de Carlos Gianni siempre es una garantía y junto con la coreografía de Carlos Trunsky, invita y acompaña originalmente cada una de las canciones historias, pegadizas, que traen siempre una vuelta de tuerca.
La escenografía de Graciela Galán luce más imponente por las características del majestuoso Teatro Cervantes; lo mismo que el original y clownesco vestuario de Mónica Toschi.
Fantasía, mundo mágico, sueños extraídos de una buhardilla como ingredientes imprescindibles e irrenunciables para la vida.
Volvió el mejor Midón, para regocijo de fanáticos y descubrimiento encantado de las nuevas generaciones; esta vez con algunos personajes vistos con el doble anteojo de la risa y el corazón.