Enmudecer la lluvia

Auténtica esgrima verbal
Por Ximena Biosca
Para adultos

Una obra “esencialmente dramática”, precisa y actual en donde las cartas se barajan desde el comienzo. Cajas vacías desparramadas por un living y sillones tapados, en una escenografía que será esencial para el discurrir de la argumentación a la que vamos a estar expuestos.
El otro gran elemento simbólico, y lleno de significantes es la lluvia de fondo. Esta representa al ser ausente, el ser amado por los dos protagonistas, Julia y Marcos, que empezarán a pelearse por un objeto.
A partir de ese momento los protagonistas discutirán, en una escalada verbal que se sostiene por los distintos climas que se van generando en ese ámbito privado e íntimo. En esas argumentaciones, se produce un hiato que desencadenará el próximo y abierto desenlace de la obra. En este movimiento creciente la pareja/despareja protagonista, desplegará los distintos sentimientos, emociones y rencores.
Así estos dos seres tan diferentes (el gay y la ex esposa a la que dejaron) que exigen y reprochan al ser fallecido tantas cosas y se echan en cara otras tantas, tienen en el fondo algo en común: el irremediable vacío de la pérdida. En esa batalla de alegatos todo se pondrá en juego: los prejuicios, la necesidad de aceptación y la profunda desolación que los embarga.
Auspicioso debut de Guillermo Forchino como dramaturgo. Es él el que asume los roles de protagonista y director y en el recae el peso de esa particular dialéctica.
Liliana Capuro en un complejo papel de ex esposa despechada por un marido que la deja por otro hombre, “le va tomando” el ritmo a su personaje a medida que la acción avanza y encuentra matices en su Julia desahuciada.

Contundente drama. Disparador de varios tópicos “Enmudecer la lluvia” logra lo más difícil para una pieza con temas coyunturales y universales: conmover.

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